Translate

lunes, 5 de agosto de 2013

La magia de Coca-Cola (o cómo contar bien una historia)

Desde que tengo uso de razón he sido un Coca-Cola fan, es más, un groupie. No sólo de sus comerciales, sino de su sabor, de su olor, de la experiencia sensorial completa, desde el sonido del líquido rebotando contra el hielo en el vaso hasta del hecho de enfriarme la mano al agarrar su botella de formas sinuosas.  Sus mensajes calaron en mi desde aquella lejana ya "Chispa de la vida" y como muchos, me aprendí -impensadamente- aquella letra de "Donde haya una piscina siempre habrá una fiesta, donde hay un colegio, una tarea por hacer... donde existe ritmo siempre habrá una canción, donde hay diversión siempre está Coca-Cola... tururururu siempre Coca-Cola".  

Me contó mamá que cuando paseábamos en el viejo VW escarabajo del 75 por las avenidas limeñas recién pobladas de paneles, yo aprendía a leer señalándolos por la ventana, repitiendo sus marcas o sloganes. Y que Coca-Cola fue una de las primeras cosas que identifiqué (por un balbuceo que más sonaba a playa mexicana -Cancún, Cacún, vaya a saber que habré dicho- que a Coca-Cola) al exigirla en mi biberón.  Cacún y Mamá. Lo primero que aprendí.


Entenderán entonces su dicha (y su llanto) cuando este joven a sus 24 años inició su carrera en aquella empresa. Fueron 8 años y medio que terminaron cerrando un círculo, realizando un sueño, que fue manejar LA marca más valiosa de la empresa más valiosa del mundo. La marca que mejores historias construye, la maestra del story telling, ese santo grial de la publicidad tan precioso y tan escaso.  La marca que nos dice las cosas de la manera más simple, pero que conecta con nuestro cerebro más emotivo, y más que llegar allá de lo emotivo, la que se eleva a lo simbólico y se vuelve un icono de amistad, de felicidad, de compartir. La marca que profesa de manera inigualable, global y consistentemente lo considerado como "bueno".  Claramente, "LA" lovemark, citando a Kevin Roberts.

Y en este blog quería hablar justamente de lo importante de construir una buena historia. De la magia de construir algo que CONECTE.  Es decir, de construir una narración inspirada en alguna experiencia que identificamos como nuestra o cercana a nosotros.  

Esa magia que ha llevado a "Asu Mare" a ser la película más vista de toda la historia peruana. Dicha magia radica en llevarnos por un lugar común. Nuestra ciudad y sus problemas de siempre, nuestra familia, con padre ausente y una mamá que todo lo puede, nuestros amigos, algunos más malandrines que otros, nuestros problemas adolescentes y sus decisiones estúpidas, y al final culminan en una persona (como nosotros) que termina "haciéndola". Eso es buen Story telling. Porque nos cuenta una historia que es nuestra vida misma. Claro, "Asu Mare" necesitó una hora y 40 minutos. Cómo se hace eso en 1 minuto?  en 30 segundos!!!? Pregúntenle a Coca-Cola.

Vi el último comercial argentino para el lanzamiento de Coca-Cola Life, una mezcla endulzada con edulcorante y azúcar para mantenerla con pocas calorías pero sin perder esa sensación melosa tan propia del azúcar, totalmente ausente y extrañable en los aspartames, splendas y stevias de la vida.  El comercial te cuenta con mini-historias super diversas de 2-3 segundos cada uno, como son los primeros besos... y es que quién no recuerda esa experiencia.  Frustrante y ridícula para algunos o mágica y total para otros, pero inevitablemente pensar en él nos hace sonreír hoy. Casi casi como ver un bostezo provoca bostezar o ver reír hace reír (reacciones del sistema nervioso simpático -el más básico de los sistemas- que resulta ser bastante empático).  Esta pieza apela a ese lugar común de todos para capturarnos, además con una canción que es la armonía simple pero seductora en sí misma ("Kiss me", el megahit de Sixpence none the richer) y nos transporta a un lugar feliz, atemporal, instantáneo... para luego aterrizarnos y recordarnos, "hey, dame tu primer beso, tócame con tus labios, quizás sea así de buena Coca-Cola Life".  Ufff. A-lu-ci-nan-te (y moqueante para un tío feeling al mango como yo).



Coca-Cola demuestra, una vez más, que una buena historia puede tomar 1 minuto o menos. Que el poder radica en construir un puente con una anécdota que ya ocurrió en TÚ experiencia para que generes empatía. Porque nuestros sentidos son poderosos y los recuerdos se pueden perfeccionar, mejorar, eso está demostrado.
De hecho Coca-Cola lo hace tan bien que algunos como yo nos pasa que reconocemos comerciales que ya sabemos que son de Coca a los 3 primeros segundos sin nunca haberlos visto antes... porque lo simbólico que han construido en mi cabeza, los códigos de felicidad, sonrisas y armonía ya están instalados en mi psique.  Y como respuesta condicionada, sonrío. Siempre sonrío. Y me emociono. Porque Coca-Cola me ha condicionado... pero para mi suerte me ha condicionado a ser feliz, a disfrutar la vida, a dejarme sorprender y a compartir lo bueno. Por eso el truco está en saber escribir historias que enganchen, que conecten (por cierto les gustó el inicio de esta historia? los 2 primeros párrafos?).  Imagino que sí, si no, no estarían aquí..., por eso, Siempre Coca-Cola.




No hay comentarios:

Publicar un comentario